Con su arquitectura de principios del siglo XX, la Usina del Arte cautiva a quienes la visitan. Sus paredes, que alguna vez albergaron maquinaria industrial, hoy resguardan un espacio dedicado al arte y la cultura, convirtiéndola en un símbolo de la transformación urbana y el patrimonio histórico de Buenos Aires.
A continuación, te contamos más sobre este lugar emblemático.
De usina eléctrica a ícono cultural
La historia de este palacio de la luz, como lo concibió su creador, el arquitecto italiano Giovanni Chiogna, se remonta a 1912, cuando la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad obtuvo la concesión para iluminar la zona sur de la Ciudad.

Inspirado en el majestuoso Castillo de Los Sforza, de Milán, Chiogna diseñó una usina eléctrica con aires de palacio florentino. La construcción dio vida a un edificio rectangular de 7500 m², con dos naves paralelas que albergaban calderas y turbinas.
El crecimiento de Buenos Aires exigió más energía, y la usina se expandió. Así, durante 80 años, la usina fue el corazón energético de la zona sur, generando electricidad a partir de petróleo, carbón, gas e incluso maíz en tiempos de crisis.
Con la llegada del nuevo milenio, el Gobierno avanzó con el proyecto de convertir la antigua usina en un centro cultural, que albergaría a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Finalmente, en 2007, se inició la restauración que devolvería al edificio su antiguo esplendor.

Durante casi dos años, expertos trabajaron en la restauración de las fachadas, devolviendo la vida a los ladrillos, carpinterías y molduras originales. Además, se instaló una nueva cubierta metálica en ambas naves, un elemento crucial para garantizar la insonorización del recinto, dada su proximidad a la autopista Buenos Aires-La Plata.
La recuperación del edificio no solo implicó la restauración de su estructura, sino también la expansión. La superficie se duplicó, alcanzando los 15.000 m², lo que permitió crear un espacio cultural versátil y moderno.
En 2012, el recinto completo fue inaugurado con su nombre actual: Usina del Arte.
La Usina del Arte por dentro
Su interior alberga espacios únicos que permiten la convergencia de diversas manifestaciones artísticas.
El auditorio, joya de la Usina, se encuentra en la nave principal. Inspirado en la sala de conciertos Beurs van Berlage de Ámsterdam, este espacio con capacidad para 1.200 espectadores y una superficie de 5.500 m² destaca por su excepcional acústica, permitiendo disfrutar de conciertos desde sus tres niveles: palcos, pullmans y bandejas laterales. La sala de cámara, por su parte, ofrece un ambiente más íntimo, ideal para presentaciones de menor formato.

El salón mayor, otro de los espacios emblemáticos, se caracteriza por su versatilidad. Durante la restauración, se aprovecharon los soportes de hormigón que sostenían las turbinas para crear un área diáfana y luminosa, perfecta para albergar exposiciones. El foyer, que conecta los auditorios con el resto de los espacios, se utiliza para eventos diversos, fomentando el diálogo entre las distintas disciplinas artísticas que convergen en la Usina.
La reciente incorporación de la Plaza de la Usina, un espacio al aire libre con bancos y 2.300 metros cuadrados de parque, amplía las posibilidades del centro cultural, permitiendo la realización de conciertos y eventos al aire libre.
Con una oferta cultural diversa y de alta calidad, la Usina del Arte se ha convertido en un gigante artístico que revitaliza el barrio de La Boca, posicionándolo como uno de los nodos culturales más importantes y vibrantes de América Latina.

Si quieres conocerla, la Usina del Arte abre sus puertas a través de visitas guiadas disponibles durante todo el año, ofreciendo la posibilidad de explorar sus instalaciones tanto en español como en inglés.
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