Buenos Aires constantemente nos envuelve con su historia y su pulso moderno. Hoy, nuestra brújula nos lleva directamente al Mercado San Nicolás, un espacio que renació con una energía contagiosa, atrayendo a un público diverso y ofreciendo una experiencia inigualable.
Y allí, un clásico porteño se reinventa con maestría: La Giralda. Además de su local estratégico en Avenida Corrientes, ahora abre sus puertas en el Mercado para seguir ofreciendo sus sabores tradicionales en un entorno que no para de crecer.
Un viaje en el tiempo, con sabor a chocolate
La Giralda no es simplemente un café; es una cápsula del tiempo que condensa una parte innegable de la historia y la identidad porteña. Fundada en 1930 por el andaluz Francisco Garrido, comenzó su historia como una modesta lechería en la planta baja de un edificio con cúpula. Con el paso de los años, su destino cambió, transformándose en un café en 1951. Su nombre, un tributo a la icónica torre campanario de Sevilla, y las imágenes de su homónima andaluza que cuelgan dentro del local, son un entrañable guiño que conecta a Buenos Aires con el sur de España, infundiendo al lugar un aire de tradición y nostalgia.

Desde su nacimiento, La Giralda se convirtió en un verdadero emblema de la Avenida Corrientes. Durante décadas, fue aquí donde se sirvieron los churros más célebres de la Ciudad, siempre acompañados de un espeso chocolate de tipo español, una combinación que deleitó a generaciones.
El bar atrajo a una clientela extraordinariamente variada: desde personalidades del arte como Mercedes Sosa y Leonardo Favio hasta figuras políticas de la talla de Perón, Frondizi o Alfonsín. Sus mesas fueron testigos silenciosos de sobremesas, de declaraciones de amor susurradas, de debates acalorados que forjaron ideas y de incontables meriendas que quedaron grabadas en la memoria colectiva.
Su espíritu original, ese aire clásico y un tanto nostálgico que lo distingue de cualquier otra cafetería, se mantuvo intacto incluso después de su reapertura en 2021, bajo una nueva administración. La sobria fachada, la imponente puerta de dos hojas, los espejos tallados que reflejan décadas de historias, el mostrador de madera con sus campanas de vidrio y los estantes repletos de botellas, todo en La Giralda habla de un tiempo que se resiste a desaparecer. Aunque se sumaron nuevas propuestas a su carta, buscando adaptarse a los gustos actuales, el alma de esta confitería sigue tan presente como siempre.
Hoy, como parte del selecto grupo de Bares Notables de la Ciudad de Buenos Aires, La Giralda continúa siendo un bastión de sabores y relatos. Es el lugar de tardes de invierno con chocolate caliente y de compartir churros crujientes con amigos y familia, un punto de encuentro ineludible para los amantes de estas delicias. Su apertura dentro del revitalizado Mercado San Nicolás es una oportunidad para que nuevas generaciones descubran y se enamoren del encanto perdurable de este ícono porteño.
La experiencia: clásicos y nuevas tentaciones
Quienes recorren el mercado pueden disfrutar de La Giralda en una versión más compacta pero igual de cálida. El local funciona de lunes a sábado, de 8 a 20 horas, y ofrece su clásico chocolate caliente con churros, café y una variedad de sándwiches pensados para los almuerzos al paso. La propuesta se integra con naturalidad en un mercado que apuesta a una gastronomía de calidad, con foco en productos frescos y elaboraciones cuidadas.
El Mercado San Nicolás es un testimonio de la revitalización urbana, atrayendo a más de 10.000 visitantes al mes con su compromiso con la calidad y los productos frescos.
Al recorrer sus 16 locales distribuidos alrededor de un animado patio central, los visitantes se encuentran con una oferta que va mucho más allá de lo tradicional. Desde carnicerías selectas y verdulerías repletas de frescura hasta queserías artesanales y panaderías con delicias recién horneadas, el Mercado San Nicolás es una invitación a explorar. Aquí conviven opciones para todos los gustos: propuestas veganas innovadoras, pastelerías que tientan con sus dulces y pizzerías que seducen con sus aromas. Es el lugar perfecto para quienes buscan autenticidad y variedad culinaria en un mismo espacio.

Pero el Mercado San Nicolás no es solo un festín para el paladar. Con un entrepiso dedicado al coworking, se ha transformado en un punto de encuentro dinámico donde la vida laboral se fusiona con el placer de una buena comida. Esto lo convierte en un espacio ideal tanto para quienes necesitan un lugar inspirador para trabajar como para aquellos que simplemente desean disfrutar de un café con historia en un ambiente moderno y estimulante. La Giralda, con su legado, no solo complementa esta rica oferta, sino que le agrega un toque de tradición insuperable.
Desde sus clásicos irresistibles hasta la diversidad de puestos, el Mercado San Nicolás, con La Giralda como estandarte, se convierte en una parada obligatoria para quienes desean vivir la auténtica esencia de la Ciudad.
¡No te quedes con las ganas!