Mucho antes de guiar a la Iglesia Católica, Jorge Mario Bergoglio fue un hijo más de las calles porteñas, un joven marcado por los lugares, las pasiones y la fe que florecía en rincones emblemáticos de su Buenos Aires natal.
Esos espacios que fueron testigos de su crecimiento: la Basílica de San José de Flores, la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos, la fervorosa pasión por los colores azulgranas del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, hasta la imponente Catedral Metropolitana, centro espiritual de una Ciudad que lo vio partir hacia un destino trascendental.
¡Allá vamos!
San José de Flores: su semillero espiritual
En el corazón del barrio porteño de Flores, sobre la calle Varela al 268, se alza un modesto PH que fue testigo de los primeros años de Jorge Mario Bergoglio, luego conocido como Papa Francisco. Fue allí, en una vivienda sencilla y familiar, donde el 17 de diciembre de 1936 nació el primogénito de Mario José Bergoglio, un empleado ferroviario de origen italiano, y Regina María Sívori, ama de casa.
Rodeado del bullicio característico de un hogar con varios hermanos, el pequeño Jorge creció en un ambiente de valores arraigados, forjando en las calles de su barrio una sensibilidad social que marcaría su vida y, eventualmente, su pontificado. Los ecos de sus juegos infantiles y las enseñanzas de sus padres aún resuenan en las paredes de aquel hogar, cuna de un líder espiritual que trascendería las fronteras de Argentina para guiar a millones de fieles en todo el mundo.

Dentro de la misma barriada, la imponente Basílica de San José se erigía como un faro espiritual que marcaría indeleblemente el derrotero vital de Jorge Bergoglio. Fue entre sus muros donde el joven Jorge experimentó un profundo llamado vocacional durante una confesión, un instante trascendental que sembraría la semilla de su futuro como líder de la Iglesia Católica. La cercanía a esta basílica, su activa participación en la vida parroquial y la guía de sus sacerdotes fueron pilares fundamentales en la formación de su fe y en el desarrollo de su sensibilidad pastoral.

Otra institución eclesiástica que marcó su vida es la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos, en el barrio porteño de Almagro, el lugar que lo vio recibir el sacramento del bautismo.

Su inquebrantable pasión por el fútbol
Una parte fundamental de la identidad de Jorge Bergoglio fue su incondicional amor por el Club Atlético San Lorenzo de Almagro. En su natal Buenos Aires, el joven Bergoglio se sumergió en el universo azulgrana desde temprana edad, convirtiéndose en un devoto seguidor del equipo de sus amores.
Su pasión por los “Santos” no era un mero pasatiempo; era un vínculo profundo que lo acompañó a lo largo de su vida. Bergoglio no solo era un hincha más: fue socio activo del club, una muestra inequívoca de su compromiso y fervor.
Quienes lo conocieron en esa etapa recuerdan su genuino entusiasmo por los colores de San Lorenzo, una pasión que compartía con la gente común y que lo conectaba aún más con sus raíces populares. Cada partido del Ciclón era un acontecimiento, vivido con la misma intensidad que cualquier otro fanático, un rasgo que revela la humanidad y sencillez del hombre que luego se convertiría en el primer Papa latinoamericano.
La Catedral Metropolitana: su última sede antes de Roma
Antes de ascender al trono de San Pedro, el Cardenal Jorge Bergoglio dedicó gran parte de su vida eclesiástica a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, sirviendo como Arzobispo de la capital argentina. En este venerable edificio, que se erige como el principal templo católico del país, Bergoglio no sólo oficiaba misas, sino que también desarrollaba una intensa actividad pastoral que lo acercaba a los fieles de todas las clases sociales.

Sus sermones resonaban entre los bancos de la Catedral, atrayendo a multitudes que buscaban en sus palabras consuelo, guía y reflexión. Para muchos, la imagen de Bergoglio en el altar mayor de la Catedral Metropolitana es un recuerdo vívido de su liderazgo espiritual en Argentina. La Catedral no era solo un lugar de trabajo para él; era el corazón de su ministerio en Buenos Aires, un lugar donde su cercanía con la gente y su visión pastoral se manifestaban plenamente.
Esta fascinante trayectoria nos revela la riqueza de una vida dedicada al servicio, un legado de sencillez y cercanía que, desde el fin del mundo, llevó consigo a Roma para convertirse en el Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano. Su camino en Argentina no solo fue la base de su papado, sino también el testimonio de cómo la identidad y las convicciones forjadas en casa, pueden trascender fronteras y tocar los corazones de millones.
Casa donde nació y vivió el Papa Francisco
Basilica de San José de Flores
Basilica of Our Lady Help of Christians and Saint-Charles
Club Atlético San Lorenzo de Almagro
Buenos Aires Metropolitan Cathedral