En 1942 la iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional, ya que es un símbolo de la rica herencia cultural local, además de un testigo del paso del tiempo: aún permanecen en pie los túneles construidos en la época colonial.
Esta joya del barroco rioplatense, transporta a quienes la visitan a otra época. Sus imponentes fachadas, adornadas con motivos religiosos y escudos, y sus interiores ricamente decorados, nos revelan la maestría de los artesanos que la construyeron. La luz que se filtra a través de las vidrieras coloreadas crea un ambiente místico y solemne, perfecto para una experiencia única.
Los secretos de la Iglesia de San Ignacio de Loyola
Según cuenta la historia, los jesuitas llegaron a Buenos Aires en 1608 y se establecieron cerca de la Plaza de Mayo, donde edificaron una iglesia y un colegio. Luego, en 1661, se mudaron a la “Manzana de las Luces”, donde estuvieron hasta 1767. El terreno sobre el que hoy está la iglesia fue donado por Doña Isabel de Carvajal.
Respecto de sus túneles, fueron excavados en la tosca viva, a golpe de pico, pala y barreta de hierro, y al parecer conectaban edificios cercanos (iglesias, Cabildo, Fuerte) donde debajo de alguno de ellos, como en el patio del Cabildo, aún se conservan pocos metros. En un primer momento, su función era defensiva y militar, aunque luego se abandonó su uso.
Así, la Iglesia San Ignacio de Loyola es de un modelo de construcción sólida y austera, que atesora historias, arte y espiritualidad. Las acuarelas del arquitecto Carlos Moreno acompañan el recorrido con escenas de la vida cotidiana que sumergen a los visitantes en otra Buenos Aires y les ayudan a comprender sus cambios y transformaciones a través del tiempo.
¿Qué puedes conocer en una visita?
El recorrido por este emblemático lugar te permitirá descubrir aspectos que hacen a la historia de la Ciudad: el misterioso túnel jesuítico, el antiguo claustro donde se formaron grandes mentes, el imponente templo y las majestuosas torres. ¡Una experiencia única que te sorprenderá!