A finales del siglo XIX, mucho antes de que en la Ciudad Buenos Aires alguien utilizara la palabra lettering, artistas inmigrantes experimentaban con los pinceles de pelo largo y textos en busca de una identidad para una Ciudad aún muy joven. Entre frases pícaras, imitaciones y chistes, finalmente la encontraron.
Si el tango es la música de Buenos Aires, el fileteado es su trazo, su letra escrita a mano, su firma. Enroscado, recargado y dramático, como el espíritu porteño, el fileteado y sus mensajes son un llamado de atención para habitantes y turistas, sobre los orígenes, historia y la filosofía que dio nacimiento a este rincón de Argentina.
Te contamos más acerca de este arte tan característico de la Ciudad, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
¿Cuándo nació el fileteado?
El filete nació a fines del siglo XIX en la Ciudad de Buenos Aires, como una práctica pictórica de decoración de carros comerciales, que transportaban productos hacia los diferentes mercados barriales. Al igual que el tango, su origen tuvo lugar en un contexto de convivencia de culturas, entre los sectores populares mayoritariamente inmigrantes, y en zonas relacionadas con el trabajo portuario.
El objetivo de estos coloridos adornos, con ornatos y frases, era distinguir los vehículos y promocionar el negocio de su propietario. En un contexto de oportunidades de crecimiento para las familias migrantes, los filetes se transformaron en un emblema de la prosperidad del trabajo en la nueva ciudad.
Los primeros fileteadores fueron inmigrantes italianos, quienes enseñaron el oficio a sus hijos. Su lugar de trabajo se encontraba en los talleres de fabricación de carrocerías, y el fileteado de tablas era la última tarea a realizar dentro de la cadena de producción.
Con el correr de las décadas, el fileteado de tablas llegó a otros vehículos de transporte, como camiones y colectivos. Así, se integró al paisaje urbano otorgando a la Ciudad una impronta estética propia y un sello distintivo de la identidad cultural porteña. Algunos artistas crearon estilos muy característicos y lo consolidaron como un género pictórico único y diferente de cualquier otro conocido.
Tal es la importancia que tiene este arte, que el 14 de septiembre se celebra el Día del Fileteado Porteño en conmemoración de la primera exposición que se realizó en esa fecha del año 1970 en Buenos Aires, en la Galería Wildenstein.
¿Qué caracteriza al fileteado?
En términos estilísticos, el filete se caracteriza por la particular convivencia de motivos decorativos (flores, cintas, espirales y otras formas geométricas), animales, figuras humanas, frases y el uso de una paleta de colores que crea superficies de gran impacto visual.
Algunos de los elementos ornamentales que componen los diseños del fileteado como las hojas de acanto, los óvalos, botones y diamantes, las flores y las líneas espiraladas, encontraron su inspiración en las viviendas porteñas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Los principales referentes de esta arquitectura local fueron los estilos academicistas foráneos y sus citas clasicistas, que se resignificaron en versiones estilísticas locales.
El fileteado nunca viene solo: generalmente se utiliza para escribir frases ingeniosas, refranes poéticos o aforismos chistosos, emocionales o filosóficos, expresados en lunfardo, el lenguaje coloquial y tanguero de la ciudad.
Mujeres fileteadoras
Los hombres fueron quienes crearon y practicaron el fileteado durante décadas, ya que los pedidos de obras eran realizados por camioneros y colectiveros, oficios que eran considerados poco apropiados para las mujeres. Pero a partir de la década de 1990 también se agregan varias mujeres a practicarlo.
De a poco, pintoras talentosas fueron aprendiéndolo y de esta manera se llegó en septiembre de 2003 a organizar una muestra de obras realizadas por 15 mujeres en el Museo de Arte Popular José Hernández.
El barrio de San Telmo es un buen lugar para tomar contacto con esta expresión única de la Ciudad. ¡Visítalo y conoce más!