Lo que hace únicos a los bodegones es su esencia y autenticidad. Seguramente al entrar encontrarás un lugar familiar, ambientado con una decoración en muchos casos vinculada al fútbol, tango, fotografías o recuerdos, y música tradicional de fondo. Es que allí el tiempo parece detenerse y las recetas se transmiten de generación en generación.
Visitar un bodegón es adentrarse en el alma porteña y una experiencia única e irrepetible que ningún viajero debería perderse. Por eso, aquí te acercamos una selección de bodegones imperdibles de Buenos Aires.
Rotisería Miramar
Este establecimiento, ubicado en el barrio de San Cristóbal (Av. San Juan 1999), cumple con todos los requisitos de un auténtico bodegón: comida casera de calidad, estilo arquitectónico vintage y ambiente familiar. Además, tiene un plus: un almacén con productos a la vista que atraen la atención desde que se ingresa al salón.
Fundado en 1950 por la familia Ramos, de inmigrantes gallegos, Rotisería Miramar conserva la esencia de los bodegones porteños, convirtiéndose en un verdadero ícono de la gastronomía local.
En un rincón, el cartel de “Pida caracoles (especialidad de la casa)”, señala el camino a seguir. Sin embargo, los mozos (otro clásico del lugar), aseguran que cualquier plato de la carta vale la pena, porque allí siempre se come rico: milanesa napolitana, bife de chorizo, gambas al ajillo, tortilla española, rabo, aceitunas rellenas con nuez, lentejas al escabeche, picadas, pollo al spiedo, son solo algunas de las opciones que se pueden probar en este bodegón. El flan casero con dulce de leche es un postre imperdible para coronar la comida.
La Cátedra
“Un clásico renovado”, así se presenta este bodegón ubicado en Av. Cerviño 4699, del barrio de Palermo, muy cerca del Hipódromo.
Justamente, una de sus principales características es que tanto su ambientación como su propuesta gastronómica aluden a la identidad “burrera”. Esta cultura se refiere a la práctica y tradición de las apuestas a las carreras de caballos o turf que fueron muy famosas en Buenos Aires hace varias décadas atrás. En esa época, se solía conocer como “La Cátedra” a los especialistas en caballos y jockeys: ellos eran quienes daban la “fija” (palabra del lunfardo que significa decir quién gana, quién tiene el triunfo asegurado), aunque la mayoría de las veces esta predicción fallara irreversiblemente.
Así, este bodegón evoca a las carreras de caballos incluso en su carta de platos: las entradas (que pueden pedirse en forma de tapas o de raciones), son la “Largada”, entre las que se incluye tortilla de papas, rabas, buñuelos y croquetas de jamón crudo, por nombrar algunas.
¿Qué platos principales se pueden degustar? Entre los “fuertes” destacan: pollo de campo a la plancha, sándwich de carne braseada, revuelto de gramajo, milanesas (desde individuales a grandísimas), y delicias al horno de barro como pastel de papas, de osobuco, lomo envuelto en panceta y más.
Hay también pastas, pizzas y ensaladas, y una destacada cava de vinos, argentinos en su mayoría. Eso sí: los mozos aconsejan reservar un lugar para el postre, ya que no puedes irte de La Cátedra sin probar su flan casero o el vigilante (a base de dulce y queso fresco).
Una perlita: si lo visitas en el horario del desayuno o merienda podrás probar café con leche y medialunas, de las más ricas que hay en la Ciudad.
Mengano
En pleno barrio de Palermo, específicamente en José Antonio Cabrera al 5200, se ubica este bodegón, que sorprende con una propuesta de platitos de base tradicional. El chef Facundo Kelemen reinterpreta recetas clásicas porteñas de tal forma que ha convertido a este restaurante en un referente de la gastronomía argentina contemporánea, habiendo sido elegido Bib Gourmand 2024 en la Guía Michelin por su relación calidad-precio.
El local tipo bistró de Mengano es acogedor, con una decoración que recuerda a los antiguos bodegones porteños. Las paredes están adornadas con fotos familiares y cuadros, y la música ambiental es una mezcla de tango y folclore argentino. El servicio es amable y atento, y el personal está siempre dispuesto a recomendar un plato o un vino.
Su propuesta gira en torno a una cart que busca fusionar la cocina local con las tapas y los platos más tradicionales: empanaditas de carne picante, matambre a la pizza y fainá, tostadas de tartare de cordero con crema de membrillo, y más. Un imperdible es el postre rogel, alfajor santafesino que parece una torta con numerosas y crujientes capas.
Si estás buscando un lugar para probar la mejor cocina porteña, cualquiera de estos bodegones te sorprenderá.